Lo advertimos, pero lamentablemente la campaña argentina se convirtió en una disputa de ultraderecha y ultraizquierda. Milei era la opción distinta, y Massa se apoyó en demasía en sus consignas de izquierda progre, sin dar las respuestas que la gente pedía.
El argentino de a pie quiere salir de la crisis, y claramente tiene una enorme diferencia con la capital federal. Los problemas de género, medioambiente y cultura no son ni remotamente importantes cuando no puedes garantizarles a tus hijos el pan en la mesa.
Ese tipo de escenario permite el surgimiento de figuras mesiánicas con propuestas alocadas; también es caldo de cultivo de estafas y esquemas ponzi.
Javier Milei es una amenaza a la democracia argentina y la estabilidad sudamericana. Es un incontinente verbal con delirios esquizoides. Un Trump libertario con fascinación por las motosierras.
Para ciertos europeos y gringos esto será un experimento entretenido. Para Argentina significará pobreza y hundirse más en el lodo.
El llamado a los argentinos es a unirse como oposición, superar consignas trasnochadas, y romper de una vez con un discurso woke que no le empatiza a la gente. Milei no terminará su mandato, ni respetará las leyes salvó en lo que le convenga. ¡Hay que estar preparados!
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